Segundo Acto: de las Desgracias que Siguieron
(...) Y Aelio Mozagarca, el más apuesto hidalgo de toda la juventud del reino de Pompougnac, siguió dedicando a Elisabetta sus atenciones, remitiéndole al efecto cartas, misivas y presentes continuos, determinado al fin a confiarle sin reserva sus afectos. Y así continuaron los días, que empero la adversidad, felices se prometían.
Mas un hecho inevitable estaba por oscurecer los ya arduos encuentros entre los jóvenes. Una batalla, una batalla en tierras lejanas separaría a Aelio de Elisabetta.
Bomarzo, reino otrora de la casta de los Mozagarca y hogaño invadido por infieles, deseaba liberarse de tan bárbaros dueños. Aelio se debía a los suyos. Si regresaba con honores, y cerciorándose de la lealtad del muchacho, quizás se ablandase el corazón de Don Quenziano, padre de la dama.
Futuro incierto sin duda, mas futuro de cualquier modo…
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"Mi amada Elisabetta,
Dispónese mi carromato a partir rumbo a un horizonte de escarcha que apenas acierto a vislumbrar, y aprovecho questos segundos de ingrávida calma para deshacer la tinta de mi pluma sobre el pergamino que Rufo, joven heraldo analfabeto, sordomudo y huérfano que los Mozagarca adoptamos en nuestro seno; habrá de hacer llegar a las dependencias de vueso siervo Ternecio.
Confíole pues que arribe a vuesas impolutas y pálidas manos como manto de nieve en el oscuro invierno. Rodéonme bravos guerreros de la más diversa procedencia. Hieráticos unos, eufóricos otros, y cabizbajos aquellos. Sangre y victoria espéronnos, más no la suficiente para mitigar el agujero que carcome mis entrañas, el sufrimiento que ataca mis pupilas ya difusas por la melancolía, pues saberme lejano aún no habiendo partido, ya minar mi moral logra, mas a sabiendas de este un viaje con retorno...
Extenderme gustaríame, pero mi mando a montar llama, y esta pinza que se acaba baste para escribir mi dicha por saberme por Pompougnac pensado. Estaré en cada hilo que tejer su sabiduría haya...
Rindo vuesa merced mi más sincera pleitesía.
Siempre suyo, en tierra, en cielo o en infierno.
Aelio Mozagarca"
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"Al cavaliere Aelio.
Con la sua partenza e adesso che da sola rimango, m’invade una profonda tristezza. La sua missiva é arrivata presto stamattina, fedeli Rufo e Ternecio medianti, e non riesco ad imagginare che Lei è ancora vicino nel contempo che conto le monete d’oro sulla sala dal tesoro. D’stagno adesso mi sembrano... Vorrei correre da Lei a baciarLa per l’ultima volta... ma non ci riesco... Mio Padre i miei passi vigila...
I miei giorni passarano come se infiniti inverni fosseno, adagii ed oscuri, senza la sua presenza. Lei mi risponda, chi avrá di riscaldare adesso il mio letto? Chi riempirá questo vuoto che sento dalla stessa mattina che Lei ha lasciato la mia camera? Ora stanza d’attesa diventa...
Ne ho la massima certeza che queste lettere arriverano una volta che Lei abbia riuscito a raggiungere il Regno che dalla Sua casta una volta fosse. I miei servi cavalcarano giorni e notti senza riposo con l’unico scopo che la prima cosa che Lei sappia al suo arrivo, sia che La penseró le mille e una notti che verrano...
Ad astra per aspera.
Elisabetta de Pompougnac"
4 comentarios
iurgi -
A dormir tras muy divertida fiesta. Ya no me aburro!!!
meri -
Que la distancia no lo impida, te espero para enamorar a tu estómago (sé que eres exigente, pero yo soy un fenómeno de los fogones, de lo demás flojete...).
meri -
Te voy a encargar una misión. Tengo una amiga en Shangai que me dejó una receta \\\"secreta\\\" de PAto laquedao estilo Pekin (ya se que muy conocida) pero secreta, o sea, la original (hay que inflar un pato, inyectarle anís entre la piel y la carne y algunas historias con maltosa). Necesito otra fuente para asegurarme que la receta es la buena!!
Cuando vengas a BCN estás invitada!!!
Cuidate!!
pechuga -
Pena no haberte visto más.