Beijing Subway
27 de Enero de 2005
Cuando uno llega a Beijing, lo último que espera es coger el metro, básicamente porque el taxi te lleva a todos lados y por muy poco dinero.
Durante nuestra estancia en diciembre de 2004, fuimos poco asiduos al metro, pero ahora no me queda más remedio, visto los tremendos atascos que se forman en Jianguomen y aledaños a hora punta. Solo hay tres líneas, la 1, la 2 y la 13, a pesar de ser una ciudad enorme. Por suerte, la parada de metro está justo debajo del edificio donde ahora mismo vivo, cosa bastante inusual en Beijing ya que las distancias son tan enormes que lo normal es que tengas que andar 10 ó 15 minutos para entrar en la boca de metro y para eso, uno se coge un taxi que cuesta un euro...
Bajo a la calle y de repente me doy cuenta de que no sé qué dirección tomar. Salgo a la carretera, coches, bicis, frío, muchos chinos pero ni rastro de la parada de metro de Liufang. Y encima yo sin saber cómo se dice metro en mandarín... Después de muchas vueltas y planteándome pillar taxi aunque sin tiempo para ello, encuentro la entrada.
Me acerco a la taquilla y le digo a la chica dónde quiero ir. Por supuesto tres o cuatro chinos se me cuelan mientras hablo con la taquillera, cosa que suele ocurrir con frecuencia. Al final me dieron dos tickets, uno automático y otro más parecido a la entrada de un cine. Me monto en el tren que va totalmente lleno y llego en una parada a Dongzhimen, donde tengo que hacer el cambio de la línea 13 a la 2.
De repente, la marea de chinos que venía detrás empieza a arrastrarme, con lo que, sin apenas esfuerzo, llego al torniquete donde tengo que introducir el billete. Aquello me recordó el bouncing floor de aquella discoteca en la que estuvimos en diciembre. Por supuesto, todo el mundo seguía empujando y al final deduje que el billete no saldría nunca más de la máquina que se lo había tragado. Los chinos me rodean, todo el mundo corre para hacer el cambio de línea.
Yo miro el reloj y veo que aún tengo tiempo y que no voy a correr. Cojo la línea 2 donde tienes que entregarle un billete a la señora correspondiente que, lógicamente, no deja de pegar gritos ante la avalancha humana que se le viene encima.
Sin mucho esfuerzo llego a Jianguomen y nada más salir del metro ya estaba viendo el edifico donde voy a trabajar todo este año.
2 comentarios
Javier Hernandez -
Saludos.
mónica -
Un abrazo
Mónica