El cubo de Rubik
Y siempre se trata de lo mismo, de armar un rompecabezas infinito tratando de alinear los colores de manera que nuestros futuros movimientos no afecten a los que ya están en orden. Y se consigue llegar a un equilibrio parcial que nunca nos parece suficiente porque no se ha alcanzado el objetivo del juego, así que administramos un giro más. Pero una vez aplicado el movimiento, una vez ejercitada la causa, el cubo deja de ser lo que era. Y los colores saltan por los aires. Y lo que estaba en su sitio deja de estarlo... La armonía conseguida se evapora, entrando una estabilización transitoria diferente en su lugar. Y así continuamos una y otra vez, haciendo giros a la derecha y a la izquierda, hacia delante y hacia atrás, con el fin de conseguir que alguno de esos 43 malditos trillones de combinaciones encajen de alguna manera.
3 comentarios
jorge -
¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
y andar... andar.
Moviéndose a compás como una estúpida
máquina el corazón:
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar,
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin gozo ni dolor.
¡Ay! ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir!
¡Amargo es el dolor; pero siquiera
padecer es vivir
Rimas XVI
Hoy como ayer, mañana como hoy...
Gustavo Adolfo Bécquer
maliya -
Maria -
Cuando lo conseguí todo estaba hecho, ¿que podía hacer entonces?, desarmarlo de nuevo y buscar nuevas formas de volver a encajar las piezas.
armar el rompecabezas se llegó a convertir en algo aburrido y monótono al igual que el equilibrio encontrado. Solo quedaba ir en busca de nuevos rompecabezas, nuevos retos, nuevos desafíos.
Me gusta mucho tu blog, las cosas que escribes......
un saludo.